Los fármacos utilizados en la inmunoterapia, los llamados inhibidores de “checkpoint” (ICI, Immunological Checkpoint Inhibitors), generan una reacción del sistema inmunológico contra los tumores, según detalla el doctor, que añade que el cometido de los inhibidores espermitir el ataque de los linfocitos contra los tumores, una reacción que en casos de cáncer no se produce de forma natural porque el tumor lo impide.
La inmunoterapia o administración de medicamentos que propician una respuesta del sistema inmunológico supone un “campo nuevo” en los tratamientos oncológicos y permite “abrir una puerta” a la obtención de mejores resultados con menor toxicidad respecto al empleo de fármacos tradicionales.
Así lo afirma el director de la plataforma de Oncología del Hospital Quirónsalud de Torrevieja, el doctor Antonio Brugarolas, en una entrevista con EFE donde explica que los tratamientos de inmunoterapia, generalizados en los últimos cuatro o cinco años, han resultado ser muy efectivos en tumores de diferentes órganos, como los de pulmón e hígado.
En qué tipo de cáncer se utiliza la inmunoterapia
Los tumores donde ICI está acreditado son fundamentalmente cáncer de pulmón, cáncer de vejiga urinaria, melanoma y cáncer de riñón, linfoma de Hodgkin y linfoma no Hodgkin agresivo.
También algunos tipos particulares de cáncer colorrectal, cáncer de próstata y cáncer de mama representan indicaciones terapéuticas acreditadas. En estos tumores hay validaciones contrastadas y representan indicaciones registradas por las agencias sanitarias europeas y norteamericanas.
Es importante destacar el papel de los ICI en algunos tumores que están acreditados y elaboran estrategias para mejorar los resultados mediante la combinación con quimioterapia y/o radioterapia, avanzando la administración de ICI a primera línea en tumores avanzados o incluso antes de la operación, en tumores localizados.
Cómo se aplican los fármacos inhibidores de “checkpoint”
Estos fármacos se administran por vía intravenosa a lo largo de sesiones repetidas en dos o tres semanas, y no generan efectos como la caída del pelo, la aparición de llagas o la bajada de leucocitos, sin reducir por ello su efectividad.
Tasa de respuesta de los fármacos
“La generalización de la inmunoterapia conlleva una revolución, supone pasar de dar pasos de veinte centímetros a avanzar siete metros”, asegura Brugarolas, que afirma que laprincipal ventaja de estos fármacos es que permiten obtener “respuestas muy interesantes” en distintos tipos de cáncer con menos efectos secundarios que en el caso de otros tratamientos, como la quimioterapia.
El oncólogo cifra en aproximadamente un 20 % la tasa de respuesta cuando se utilizan estos fármacos inhibidores y destaca que alrededor de uno de cada cuatro pacientes que responden a inmunoterapia tiene larga evolución, y en los que la inmunoterapia aumenta la tasa de respuesta son enfermos de cáncer de larga duración, que siguen teniendo resultados años después de haber entrado en remisión.
Brugarolas añade que la inmunoterapia no es, de momento, la “solución definitiva” contra el cáncer, ni se ha demostrado que pueda curar si se administra de forma aislada, pero destaca que sí aumenta la eficacia de la quimioterapia y mejora la calidad de vida de los pacientes.
“Tenemos el convencimiento de que estos nuevos medicamentos abren una de las múltiples puertas de este complejo edificio que es la inmunidad, y lo cierto es que, aunque existen otras, hemos entrado por una puerta muy buena”, subraya.
Para que abrir esa “puerta” sea verdaderamente efectivo, el médico de Quirónsalud ve imprescindible un enfoque multidisciplinar en los tratamientos oncológicos, que comprenda que “una sola especialidad no cubre todo el procedimiento”, sino que los diferentes departamentos deben trabajar con un paciente de forma simultánea y permanente, colaborando entre sí.
Este enfoque, que el especialista ha llevado a la práctica durante casi dos décadas, desde su llegada a Quirónslud Torrevieja en el año 2000, es especialmente importante cuando se administra inmunoterapia, puesto que en esos casos se hace imprescindible la coordinación entre oncólogos, inmunólogos, patólogos y el laboratorio.
Además, destaca Brugarolas, la inmunoterapia hace más necesario que nunca el enfoque de oncología personalizada en el que el tratamiento se adapta a las particularidades de cada paciente.
“Cada caso es diferente”, asegura el doctor, que explica que por ello “se tiene que practicarun test de ‘microarrays’ en cada tumor en el que se analiza si contiene genes inductores de cáncer y se monitoriza su reacción a los fármacos para predecir cómo va a responder”.
El oncólogo se muestra convencido de que llegará un momento en el que se pueda predecir el éxito de estos tratamientos mediante parámetros que permitan clasificar cada caso, y añade que, de hecho, ya se han dado pasos en esa dirección, como la prueba PDL1, que permite medir mediante porcentajes la probabilidad de que la inmunoterapia funcione en cada paciente.
Además, advierte de que la ampliación de las indicaciones de estos tratamientos está cada vez más cerca y explica que en la reunión anual de la American Society of Clinical Oncology (ASCO), que se celebró en junio de 2018, se presentaron resultados preliminares de eficacia de la inmunoterapia en casos de cáncer de ovario, cérvix o glandulas salivales.
En cualquier caso, Brugarolas augura para los próximos años un desarrollo considerablede este tipo de terapia, que, destaca, “ha simplificado los tratamientos oncológicos y aumentado la calidad de vida de los pacientes” y que, a pesar de su aparición “súbita”, ha llegado para quedarse.
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