Las listas de espera de la salud pública llegaron a su récord histórico: 2,1 millones de personas con nombre y apellido que poco y nada pueden hacer para ser atendidos. Para ellos, sólo hay tres opciones: aguardar pacientemente, gastarse el dinero que no tienen o sencillamente morir en la fila. La Unidad de Investigación de BioBioChile analizó las cifras, conversó con especialistas y visitó el hospital con peor registro a nivel nacional. Las historias de desesperanza se suceden una tras otra. Todos reciben la misma respuesta: “Le llamamos”.
“Ese día nosotros no pudimos decir nada porque al final nos pusimos a llorar los dos. Para nosotros era un notición que lo operaran… y no pasó nada”.
Francisco tiene cáncer de colón etapa 2. Iba a ser operado en el Hospital de Curanilahue pero le cancelaron la cirugía mientras iba de camino. Lo único que le dijeron fue que ingresó alguien más grave.
Como él, hay otras más de dos millones de personas que conforman las infames listas de espera de la salud pública chilena. Algunos aguardan por una intervención quirúrgica y otros por una atención nueva de especialidad.
Para ellos, sólo hay tres opciones: seguir esperando, gastarse el dinero que no tienen o sencillamente morir sin atención.
La Unidad de Investigación de BioBioChile accedió vía Transparencia a los números que engrosan la lista negra de la salud chilena. 1,8 millones de usuarios esperan ser llamados para que los revise un especialista, y más de 334 mil anhelan concretar su cirugía.
Y peor aún: hay quienes llevan esperando una década en una fila que en pandemia no hizo más que crecer.
Por lo mismo, especialistas del área de salud son realistas, y por mucho pronóstico esperanzador, la verdad es otra.
—Las listas de espera no se van a terminar nunca. El tema es que tenemos que ser capaces de gestionarlas —declaran.
ATENCIÓN GRATUITA… SÓLO TIENE QUE ESPERAR
Hace tres meses Francisco se enteró que tenía cáncer de colón. Vive con su esposa y dos hijos en San José de Colico, a unos 16 km de Curanilahue. Los meses con licencia le pagan $139 mil pesos. Ella, es dueña de casa.
Cada vez que quieren llegar al Hospital Provincial Dr. Rafael Avaria Valenzuela, deben caminar a la carretera porque no pasan buses por el interior.
La colonoscopia, endoscopia y escáner, se los hizo en la Clínica Los Andes, donde pagó casi $800 mil pesos. Los consiguió luego de organizar un partido de fútbol y vender cosas. Declara que los pidió en el hospital, pero todavía no lo llaman.
—Lo único que le hicieron aquí fue el PCR (…) Todo tuvo que hacérselo particular. A estas alturas, quizás dónde lleva el cáncer” —cuenta su mujer a BioBioChile con tono de impotencia.
Los dolores cada vez son peores. Compró una caja de cinco parches de morfina de 20 mg a $105 mil pesos. Van casi todos los días al hospital, pero siempre es lo mismo: le calman el dolor y lo derivan a su casa.
—El otro día vine a las 5:00 de la mañana. Me atendieron casi a las 9:00 —cuenta el propio Francisco.
En la oportunidad habló con el médico de urgencias y le preguntó:
—”¿Hay que esperar mucho? Soy paciente oncológico”. Me respondió: “Tiene que esperar como todo el mundo”.
El 17 de noviembre le agendaron su operación. Anhelantes que el cáncer no pasara a etapa 3 recibieron emocionados la noticia. Pero mientras se dirigían al recinto los llamaron para cancelarla porque ingresó un paciente de mayor complejidad.
A través de una ventanilla que lleva colgada una hoja donde se lee “AUGE”, su esposa pregunta cuándo se la van a reprogramar. La respuesta es la misma siempre: “Lo van a llamar, tiene que esperar”.
Pero estas listas también tienen a menores de edad que esperan por una cirugía infantil o a hombres impacientes por su intervención de urología. Operaciones cardiológicas, neurológicas y dermatológicas también complementan las nóminas. Y así, las especialidades suman y suman.
La realidad para todos, una vez más, es la misma: esperar hasta que los llamen.
Para May Chomalí, directora del Centro Nacional en Sistemas de Información de Salud, los números actuales no reflejan la realidad fehacientemente. Culpar a la falta de especialistas sería demasiado simplista para creer que ese es únicamente el problema.
—Si los pacientes están encontrando la solución en el privado, quiere decir que hay especialistas en el privado, entonces habría que preguntarse por qué los especialistas sí atienden ahí y no en el público.
Explica que tampoco existe un programa de priorización donde se consideren vulnerabilidades, por ejemplo, económicas. Por otro lado, no se define cuándo un paciente entra a la lista de espera. No es correcto que una persona tenga que ir a preguntar por su hora, sino que debería tener acceso a su información dentro del hospital.
—Jugamos con la esperanza de las personas. Y es como tantas cosas en este país: le hemos ofrecido tanto y nunca le hemos dado nada de lo que le ofrecemos. Las listas de espera nunca se van a acabar porque es imposible, pero al menos, decirle si su condición de salud puede esperar. La gente entiende, si no es tonta.
EL DOLOR DE VIVIR ESPERANDO
“Disculpe señorita… Vengo a preguntar por mi hora, es que todavía no me llaman… ¿Puedo hacer algo para apurar el proceso?”.
La mañana del viernes 19 de noviembre, la señora Marcia, con 66 años en el cuerpo, caminó hasta el Hospital de Curanilahue. Retiró unos medicamentos y preguntó por una interconsulta que agendó en abril para que un cirujano maxilofacial la revise. Lleva 7 meses esperando que alguien la contacte.
Un día se le empezaron a mover y quebrar los dientes. Llegó a urgencias. Ahí le quitaron un incisivo inferior. Se levanta la mascarilla y rápidamente antes de bajársela, con un risa melancólica dice:
—Menos mal esto me tapa la cara.
Marcia se toca ambas mejillas para explicar que le duele ese sector, relata que tiene una infección en el hueso de la cara:
—Yo le preguntaba a ella (apunta a la ventanilla) si yo podía agilizar esto porque los medios económicos no los tengo para ver un especialista. Me dijeron que me iban a llamar.
Resignada agrega:
—Yo tengo la paciencia para esperar, pero ese es un consuelo que yo me doy. Qué saco con enojarme… Peor.
El Hospital de Curanilahue es parte del Servicio de Salud de Arauco, el que lidera las listas de espera con 217.056 registros, que incluye la suma de todos los servicios públicos de la provincia.
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Después sigue el Servicio de Salud de Viña del Mar-Quillota con 153.860 y Metropolitano Occidente con 153.797.
Entre los tres suman 524.713, es decir, un 24,1% del total nacional.
BBCL contactó a la dirección nacional del Colegio Médico, quienes no estuvieron disponibles para este reportaje. Quien sí atendió las consultas fue Germán Acuña, anestesista y presidente de la entidad gremial en Concepción. Por su experiencia, se cuestiona el mal funcionamiento:
—¿Crees que un dermatólogo es suficiente para toda la provincia de Arauco? Que los gobiernos se pongan firme en formación de especialistas, y además, en infraestructura. No sacamos nada con hacer un turno si no hay quirófanos para operar.
ARAUCO: UNA REALIDAD APARTE
El Servicio de Salud de Arauco tiene en total tres hospitales que cuentan con pabellones quirúrgicos: seis son ambulatorios para cirugías programadas y uno sólo es de urgencia.
Estas salas funcionan 44 horas semanales de lunes a viernes. Abren a las 8:00 y cierran a las 17:00 horas, aunque los viernes terminan una hora antes. El de urgencias está siempre disponible.
El Hospital Provincial Dr. Rafael Avaria Valenzuela de Curanilahue es el más crítico, tanto a nivel provincial como nacional. Sólo este recinto aglomera el 36% de todo el Servicio de Salud de Arauco, lo que equivale a 78.211 registros de cirugías y atenciones con especialistas.
Después viene el Hospital San Vicente de Arauco (52.602) y El Kalvu Llanka en Cañete (50.587).
El último censo registró una población de 166.087 personas en la provincia de Arauco. Curanilahue específicamente al 2017 tenía 32.288.
En los registros actuales, hay 19.140 personas en la lista de espera para intervenciones quirúrgicas.
Miguel Ángel Passalacqua, subdirector médico (s) del Hospital de Curanilahue, explica que abarcan una gran cantidad de especialidades porque son el centro de referencia en la provincia. Apunta a retomar las cirugías pausadas en pandemia y destaca la nueva tecnología.
—Hay sin duda una brecha, y nos faltan especialistas, pero es una realidad que se vive a nivel nacional. Antes sólo teníamos UTI, ahora tenemos UCI. También tenemos una prestación de un escáner (…) Estamos realizando todos los esfuerzos posibles para reiniciar el proceso de disminución de nuestras listas de espera.
Por su parte, Edna González, jefa del Departamento de Información y Articulación de la Red del Servicio de Salud de Arauco, aclara que ellos tienen una realidad totalmente distinta que se une a una zona que arrastra un conflicto político-social.
—Aquí nos condiciona que frecuentemente hay tomas de camino por diversas causas, independiente del origen que sea. En salud nos gatilla que los especialistas no puedan llegar, no puedan atravesar, y ahí también se generan suspensiones de atenciones, de pabellones. No es fácil encontrar especialistas que quieran venir a trabajar y que residan aquí —evidencia.
10 AÑOS ESPERANDO
Según constan en los archivos revisados por este medio, el Servicio de Salud de Coquimbo y el Metropolitano Sur tienen los pacientes con la espera de una intervención quirúrgica más larga: desde 2011. Este último tiene un registro de traumatología y otra en 2014 de cirugía digestiva.
El Servicio de Salud de Concepción tiene una operación aguardando desde 2014 en el Hospital Traumatológico. Así también, el Hospital Clínico Guillermo Grant Benavente hace esperar a 28 personas por una intervención de oftalmología desde 2017 y a otras 21 por una de neurocirugía en el mismo año.
El presidente del Colegio Médico Concepción, Germán Acuña, aclara que la pandemia retrasó muchos procesos quirúrgicos porque los pabellones se cerraron, pero también asume que es un problema que se traspasa en cada gobierno.
—Las listas de espera no se van a terminar nunca, el tema es que tenemos que ser capaces de gestionarlas, de modo que la gente que por esperar vaya a dañar su calidad de vida, espere menos —expone.
Agrega que la espera tiene distintas formas en el sector público y privado. En el primero, el paciente ingresa a una lista y confía que en algún momento será su turno. En el otro, se aguanta hasta tener el dinero para pagar el procedimiento.
Siguiendo con el devastador panorama, el Servicio Metropolitano Occidente está posicionado en el tercer lugar nacional con 153.797 registros en su lista de espera, las más antiguas desde 2015.
Este servicio abarca las provincias de Santiago, Melipilla y Talagante, con un total de 15 comunas. Según el Censo 2017, su población era de 1.167.561 personas. Lo que equivale a que poco más del 13% de su gente estaría en las nóminas de salud pública.
El último Plan Nacional de Tiempos de Espera no GES en Chile 2014-2018, realizado por el Ministerio de Salud, concluye que existió una disminución en el tiempo de espera.
En 2014, para una consulta por una nueva especialidad (médica o dental) se tardaba en promedio 416 días, algo así como 13,8 meses. Para 2017 la cifra bajó a 253 días. Misma situación pasó con las intervenciones quirúrgicas que tenían 462 días de espera y a 2017 decreció a 384. En simple: la gente tardaba casi 13 meses en ese entonces, cuando la lista tenía menos personas ingresadas.
El Ministerio de Salud respondió a BioBioChile a través de la Subsecretaría de Redes Asistenciales para explicar que sólo las cirugías electivas fueron postergadas en urgencia epidemiológica. Las oncológicas y de urgencias siguieron su curso.
Según sus números, antes de la pandemia se realizaban 480 mil operaciones anuales. El año pasado fueron 280, poco más de 20 mil cirugías mensuales.
“Con el fin de disminuir las cirugías pendientes se diseñó un plan para hacer más eficiente la utilización de pabellones quirúrgicos (…) reducir al 7% la suspensión de las tablas operatorias e incrementar el número de cirugías realizadas diariamente por pabellones, comparándola con indicadores de productividad quirúrgica internacional”, es una de sus soluciones planteadas por el Minsal mediante la declaración escrita que hicieron llegar a este medio.
Y agregan: “Se incentivó la actividad quirúrgica fuera del horario y fines de semana. Con ello, se espera reducir el número de cirugías que hoy están pendientes”.
En 2018, 26 mil personas murieron mientras su nombre figuraba en las listas de espera. Según La Tercera, el primer semestre de 2020 fallecieron 15 mil.
SOÑAR CON UNA ATENCIÓN OPORTUNA Y DE CALIDAD
El problema de las listas de espera es multifactorial, bien lo sabe la doctora May Chomalí. Esto ocurre porque actualmente no se conocen cómo se comporta realmente el problema debido a que no hay buenos sistemas de formación.
—Lo que tenemos es un repositorio donde la gente va poniendo a las personas en lista de espera. Primero tenemos que tener un sistema que nos permita conocer la realidad. O sea, cuántas personas ingresan, cuántas salen, cuántas salen por decisión propia. No tenemos un sistema que nos permita conocer la realidad, y sin esa realidad es súper difícil decir cuál es el camino, porque si ingresan más pacientes de los que salen, lo que tenemos que hacer es poner una línea de producción paralela —clarifica.
Fuente https://www.biobiochile.cl/especial/bbcl-investiga/noticias/reportajes/2021/12/03/morir-en-la-fila-o-endeudarse-para-vivir-1-de-cada-10-chilenos-esta-en-una-lista-espera-de-salud.shtml