Jo Myatt, una mujer británica de 43 años, visitó a su médico cinco veces durante varios años antes de que le diagnosticaran que el cáncer de mama que había padecido se había extendido a su hígado y huesos.
«Me sentía una hipocondríaca por ir al médico todo el tiempo», dice.
Sus síntomas comenzaron con irregularidades en la menstruación y náuseas, hasta que se tornaron más serios y persistentes, imposibilitándole mover el cuello.
Las señales se debían al cáncer de mama metastásico —también conocido como cáncer de seno en etapa IV—, que se produce cuando el cáncer de seno se disemina a otras partes del cuerpo, más comúnmente al hígado, el cerebro, los huesos o los pulmones.
Sin embargo, le cuenta Myatt a la BBC, nadie le había mencionado esta posibilidad cuando le hicieron su diagnóstico hace 10 años.